El
presente artículo es una reflexión acerca de la importancia de conocer e
identificar la energía presente a nivel local en nuestras viviendas y cómo esta
energía afecta directamente el hábitat construido y natural de nuestro planeta
en su conjunto.
Como
preámbulo, cabe hacer notar que cuando afirmamos que todas las cosas están vivas,
es porque lo están en un cierto nivel.
Esto último puede generar antagonismos
hoy en día y más aún, cuando echamos una mirada a los problemas
medioambientales que se vive en diferentes partes del mundo a causa de la
manera tan egoísta con la que se trata la naturaleza, sin considerar siquiera
que es nuestra propia naturaleza, de la que formamos parte, la que está siendo
destruida.
Algunos
autores, reconocidos mundialmente en el campo de la física cuántica y la
filosofía (Capra, F. "El Tao de la física"), rescatan en sus trabajos
un conocimiento invaluable venido a hoy desde los griegos para quienes toda
materia, animada o inanimada, tiene vida en algún nivel.
Para
la escuela filosófica de Mileto, como ya se apuntaba, las cosas están dotadas
de una espiritualidad propia, en este sentido, los minerales, el reino vegetal,
el agua, el aire, el fuego y por supuesto los animales, entre los que figuramos
nosotros los seres humanos.
El
presente texto, debido a su naturaleza y contenido, puede ser abordado desde
distintas miradas: arquitectura, salud, esoterismo, energía, espiritualidad,
ser, conciencia, ciencias de la tierra, entre otras.
En
este sentido, llama la atención que, dada naturaleza de los modelos educativos
en muchas instituciones educativas de nuestro país, dotar a las piedras de una
vida propia pudiera incluso hasta sonar como algo descabellado y sin embargo,
es una pena encontrar una ignorancia tal, desde los primeros años de formación
preescolar hasta los últimos años de formación profesional en muchas
universidades.
Ahora
bien, desde mi punto de vista como profesional de la arquitectura y profesor
universitario, estas carencias formativas y de sensibilidad, hacen mella en la
capacidad de los estudiantes para intervenir un espacio, ya sea natural o
construido y considerar siquiera la loca idea de que hasta las piedras están
vivas y por tanto merecen un respeto.
En
este universo dual, dotado de espíritu y materialidades, resulta increíble pensar
que la energía en forma de vibraciones puede ser capaz de modificar el ADN de
las cosas.
A
este respecto me refiero al nivel vibratorio de todo cuanto existe, no solo en
el planeta, sino en el universo, y es que la vibración de un objeto, como un
tipo de energía, hace variar todas las cosas, en la gama de colores que existen,
formas e indiscutiblemente, por la intencionalidad con la que pensamos,
hablamos y actuamos en la vida.
En
algún trabajo anterior, ya se ha señalado que si la conciencia es una
tecnología muy poderosa al servicio de la humanidad, es la conciencia un
instrumento maravilloso capaz de modelar el nivel vibratorio de todo cuanto
existe a nuestro alrededor.
Cuando
hablamos de la energía y de la capacidad infinitamente transformadora que
posee, el mejor ejemplo que puedo traer a mi mente es la energía del Amor. El
Amor como una forma de vida armónica, unificadora o fractal, como se verá más
adelante, produce una vibración tan poderosa capaz de cambiar la realidad de
una persona o de un planeta completo.
Geobiología y confort
electromagnético
La
Geobiología, o ciencia del hábitat, es una herramienta útil que
permite detectar las energías sutiles presentes
en nuestro hábitat. Esta disciplina estudia la interacción de la tierra con los
seres vivos, según el lugar donde estos se desarrollen.
De
reciente incorporación en el campo de las ciencias, esta ciencia del hábitat estudia
los efectos que produce la energía proveniente tanto de las capas interiores del
planeta como la que llega desde el espacio en diversas longitudes de onda.
El
efecto patológico que producen estas vibraciones en conjunto en los seres vivos
dan lugar a desórdenes energéticos, de pensamiento, emocionales y, por ende,
físicos, como es el caso de las enfermedades, cuyo origen, se estudia
actualmente desde las emociones en el campo de la biodecodificación genética.
De
esta manera, para el análisis de las energías sutiles, presentes en espacios
abiertos o ya construidos, es necesario tener la capacidad sensorial para
detectar estas sutiles variaciones en la energía del ambiente, aunque, por otra
parte, esto se facilita gracias a la utilización de instrumentos como varillas
de radiestesia, el aurómetro o el péndulo, pues amplifican la capacidad de un
individuo para percibir estas energías.
Archivo personal del autor. |
Para
la arquitectura, como una disciplina que integra diversos campos de
conocimiento, el estudio de estos fenómenos, llamándolos de alguna manera, bio electromagnéticos, se realiza desde una
rama de la habitabilidad denominada confort
electromagnético, tan poco estudiado y difundido en esta era de las
telecomunicaciones con sus antenas celulares, sofisticados equipos de
comunicación y la mayor desconexión de la raza humana con su propio planeta.
Retomando
este concepto del confort o bienestar electromagnético, hay que indicar que se
encuentra asociado al nivel de exposición a que puede estar un ser vivo en
relación a un campo electromagnético natural o inducido artificialmente; lo que
condiciona el desarrollo de las capacidades físicas, mentales, psicológicas,
emocionales o espirituales de cualquier ser vivo.
En
consecuencia, cuando hablamos de patologías de la arquitectura o Síndrome del Edificio
Enfermo (SEE), es importante mencionar que si bien, muchas personas pasan un
número de horas al día, expuestos al efecto de algún campo electromagnético,
apuntan diversos especialistas, el riesgo a desarrollar alguna enfermedad
aumenta.
Muestra
de ello, lo vemos diariamente en la calle, en el supermercado, en las escuelas
de todos los niveles e incluso en nuestros hogares. Me refiero al uso
indiscriminado que se hace de los teléfonos celulares y a las partes del cuerpo
expuestas a la radiación de estos equipos.
En
este sentido, todos hemos visto alguna vez, a alguna persona o personas
guardando su teléfono celular en la bolsa del pantalón, la bolsa de la camisa,
en el caso de los varones o dentro del sostén, en la bolsa trasera de los
jeans, en una cartera de mano o bolso de colgar en el caso de las mujeres.
Fuente: plenilunia.com |
El
efecto patológico está directamente asociado con la parte del cuerpo expuesto a
la radiación. Si se considera que el hablar largo rato por teléfono, genera una
sensación de calor en la cabeza, ya podemos imaginar lo que se está cocinando
dentro de nuestros cráneos ante tal exposición a las microondas.
La Red Hartmann
Esta
red se compone de líneas energéticas, también conocidas como líneas Hartmann, que por su cobertura mundial
conforman una red global bio electromagnética.
Esta
red planetaria es el resultado de la interacción de dos tipos de energía: la
energía telúrica, procedente del núcleo de la tierra y la energía cósmica, proveniente
de los confines del cosmos y que se refleja en la corteza terrestre nuevamente
hacia el espacio.
Fuente: google.com |
Como antecedente, Ernst Hartmann, su descubridor, ya
para principios de 1900 comenzaba a estudiar el efecto que estas energías
producían en la salud de las personas con resultados espeluznantes, y es que de
acuerdo con este físico alemán (1925-1992), un alto porcentaje de las muertes
entre sus pacientes se relacionaba directamente con Geopatías, es decir, por exposición
durante largo tiempo a zonas con intensos campos electromagnéticos naturales.
De
acuerdo con algunas fuentes consultadas, Hartmann realizó más de 150mil pruebas
de estrés ambiental o georritmogramas, con la finalidad de comparar los niveles
de resistencia electromagnética de la piel de personas expuestas, durante ciertos
periodos de tiempo al día a zonas geopatógenas y las comparó con la de aquellas
que no lo estuvieron. Los resultados de dichos experimentos, evidenciaron las distintas
reacciones entre personas expuestas a las alteraciones geofísicas y las de los
sometidos a zonas neutras.
Desde
entonces y hasta nuestros días, sabemos que permanecer expuesto a este tipo de
radiaciones durante varias, desencadena alteraciones en el sistema
inmunológico, endocrino y hormonal, lo que puede traducirse en malestares y
desequilibrios varios como insomnio, levantarse en las mañanas y sentirse cansado, dolores de cabeza o migrañas, dolores musculares,
ansiedad, hiperactividad, nerviosismo o depresión, incluso aumenta la
incidencia a ciertas enfermedades congénitas y degenerativas.
Finalmente,
como podrá observarse, si la presencia de un cruce Hartmann coincide, además,
con alguna otra variación geofísica, como fallas o corrientes de agua
subterránea, el efecto negativo dentro del espacio habitable aumenta de manera
significativa.
Entre
las características más significativas de la red Hartmann se encuentran, que es
una red que se extiende por toda la tierra, formando una retícula ortogonal
orientada de norte-sur, con líneas dispuestas a cada dos metros y de 2.50
metros de este-oeste aproximadamente.
Fuente: Archivo personal del autor. |
Cabe
aclarar que la red Hartmann no es una retícula regular, ya que puede presentar cambios
o distorsiones locales como resultado de fenómenos geológicos bien conocidos como
los sismos o terremotos además de producir importantes modificaciones en el
campo electromagnético de la tierra, producen desplazamientos de las capas
tectónica, dando lugar a fallas o grietas en diferentes zonas de la corteza
terrestre.
De
igual manera, dichos cambios en la regularidad de las líneas energéticas pueden
derivarse también por la presencia de corrientes de agua subterránea, drenajes,
cableado subterráneo, subestaciones eléctricas de emergencia alojadas en algún
sótano, o debido a la reacción electromagnética de grandes volúmenes de acero, como
los utilizados en las cimentaciones de ciertas construcciones, entre muchos
otros.
Las líneas Hartmann tienen cerca de 21cm de
ancho aproximadamente y también pueden presentar variaciones como en el caso
anterior.
Estas
líneas globales forman barreras energéticas verticales, naturales e invisibles;
es decir, como si fueran grandes muros que emergen del centro de la tierra y
llegan hasta las últimas capas que componen el límite entre el planeta y el
espacio, dicho de otra manera, cubren toda la superficie terrestre.
Estas
barreras de energía tienen tal efecto, que además de la altura, pueden
atravesar cualquier tipo de material; lo que afecta de manera directa a
cualquier construcción indistintamente de sus niveles.
Es
importante destacar que en las zonas donde se cruzan las líneas que forman esta
retícula energética, se generan zonas de iones negativos llamadas zonas geopatógenas, y los efectos que producen son potencialmente nocivos para la
salud de los seres vivos, cuando se permanece en ellas durante cierto número de
horas al día.
Por
otra parte, los espacios que se generan entre estas líneas geométricas formando
cuadrantes, se consideran zonas neutras, es decir, zonas donde no se registran ni
se producen modificaciones en el campo magnético natural terrestre; por lo que
no tienen efectos negativos sobre la vida.
Los sensores cósmicos
Dentro
de la gama de instrumentos utilizados y que ya podemos adquirir en diferentes sitios de internet para neutralizar los efectos de dichas
energías, se encuentran algunas plantas de tipo cactáceas, gemas, pirámides de cuarzo, orgonitas, entre otros.
Existe,
además, otra manera de neutralizar la energía proveniente de diferentes campos
electromagnéticos, estos son los sensores cósmicos. (disponibles a través del siguiente enlace:https://articulo.mercadolibre.com.mx/MLM-667532499-sensores-cosmicos-_JM)
Fuente: Archivo personal del autor. |
Estos
sensores, basados en la progresión descubierta por el matemático italiano Fibonacci
en 1700, representan una sucesión infinita y armónica de números. Por lo que
integran en sí mismas, estructuras geométricas basadas en proporciones
numéricas, o fractales, que contienen el orden divino y armónico del universo, cuya
perfección y orden puede apreciarse desde la partícula más diminuta, hasta la
estructura más compleja e imponente.
Fuente: https://www.vix.com |
Esta
proporción divina o Áurea, ya utilizada desde la antigüedad por muchas
civilizaciones, integra un enorme misticismo en sí misma, de manera que estos
trazos y proporciones, contenidos en muchos de ellos en mandalas, Geomancia o diseños
modernos con estas características tan armónicas como las de los sensores
cósmicos, armoniza la energía de
cualquier ambiente, los campos electromagnéticos de los equipos electrónicos y
demás fuentes de energía tan comunes en la actualidad, produciendo una
sensación de tranquilidad, paz y serenidad en las personas.
Estos
sensores se llaman cósmicos debido a que tienen la facultad de detectar y
neutralizar o más bien dicho, ordenar la energía cósmica y telúrica, que vibra
a frecuencias que producen estragos en la vibración de los seres vivos y por
tanto en la salud de los mismos.
El
uso de estos sensores cósmicos se debe primeramente al físico estadounidense
Patrick Flanagan, quien a lo largo de sus investigaciones pudo constatar que el
uso de tales patrones geométricos, armónicos, tienen la facultad de ordenar la
energía biocósmica, proveniente del sistema solar.
Cabe
destacar, que, aunque el análisis geobiológico para la planeación de una
vivienda o de una ciudad entera no es algo que se ve con mucha frecuencia en la
actualidad, el uso de patrones armónicos, geometría sagrada o sensores cósmicos
es altamente recomendado para quienes habitan en las ciudades, pues reduce el
estrés, la ansiedad, retrasa el envejecimiento, evita la oxidación tanto del
organismo como de los alimentos, mejora la concentración y la memoria, ayuda a
profundizar en la meditación, recarga las reservas de energía del cuerpo y
brinda una mayor claridad de pensamiento entre muchos otros beneficios.
En conclusión,
es importante mencionar a manera de recomendación, que los espacios con buena ventilación e iluminación natural, que cuentan además con plantas en su interior presentan menos problemas relacionados con geopatologias, energías telúricas o radiación electromagnética. La energía está presente en todo el universo, en todo lo que hacemos, durante toda la vida, y por tanto, hasta la calidad de nuestros pensamientos denota la
calidad de la energía que emanamos y el tipo de energía que nos rodea, de
manera que, si el pensamiento y la energía están tan íntimamente relacionados,
puede decirse que donde está tu pensamiento, está tu energía.
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